¿Cómo hacerlo?
Si asumimos la importancia de ciudadanizar la democracia, entendiéndolo como un proceso donde la ciudadanía se estructura como sostenedor activo de ésta, ejerciendo roles distintos a los de los actuales representantes, orientados a cautelar, fortalecer y profundizar la democracia, cabe diseñar el proceso para realizar esta visualización.
Generar el rol ciudadano de preservar la democracia implica asumir que fuerzas en la sociedad dispuestas a tensionar y hasta a quebrar la democracia en función de sus visiones y/o intereses.
Ahora bien, este rol para la ciudanía significa ¿puede generarse como un nuevo componente de la institucionalidad democrática –un nuevo estamento en el balance de poderes del Estado?
Puede parecer contradictorio en tanto los poderes del Estado los ocuparían los representantes. Sin embargo esa es una afirmación parcial, pues el Poder Judicial no lo ejercen los representantes. De hecho aquí aparece la idea de ser necesaria algún tipo de visión y fuerza ‘imparcial’, destinada a cautelar que no ocurran transgresiones a los acuerdos sociales expresados en leyes. Pero el rol de este poder judicial supone una democracia funcionando, con reglas generales aceptadas transversalmente por las cuales velar.
Pero no tiene fuerza para contener a los sectores cuando éstos pasan a considerar que la democracia estorba a sus intereses, o que la democracia debiera favorecer su visión de mundo saltándose las mayorías.
Si se pensara en un órgano ciudadano no inscrito en los poderes del Estado, ¿cómo generarlo?, ¿qué atributos debieran tener quienes lo ejerzan?, ¿y sobre qué bases validar su poder?
No es difícil cómo generarlo: votaciones. No comisión creadas por los representantes desde el Ejecutivo o Legislativo.
Sobre los atributos de quienes lo ejerzan: valoración esencial de la democracia, ecuanimidad, salud emocional, supeditar la pasión personal al interés general, en fin, mucho por reflexionar aquí.
Cabe decir que tampoco están definidos y se reflexiona poco sobre los atributos que sería bueno tuvieran los representantes de la ciudadanía a los dos poderes del Estado a los que éstos acceden.
¿Cómo validar su poder? Aquí se produce una tensión porque tendría que ser a través de resoluciones legales a cargo de los representantes, quienes tendrían que aceptar darle paso a una entidad que sería un contrapoder y que podrían eventualmente supervisarlos y contenerlos.
Bueno, tiene que generarse ese proceso, porque de lo contrario sería poner tensión entre ciudadanía y representados; es decir, ciudadanía saliendo a la calle para ciudadanizar la democracia.
Otra línea de desarrollo sería que el Congreso se volviera una institucionalidad con la misión central de cautelar, fortalecer y profundizar la democracia. No por nada es el espacio en que parlamentan todos los intereses sectoriales (no todos, en realidad). Ello requeriría que el Parlamento supiera ser permeable a procesar y responder al bien ciudadano expresado por fuera de las votaciones, en los tiempo entremedio de ellas.
Pero también se requiere una regulación organizativa para destilar ese bien ciudadano, porque en la actualidad existe una ciudadanía enormemente fragmentada, que representa intereses de esos segmentos que son distintos a los segmentos de la fragmentación de los representantes políticos. Además en muchos casos es una ciudadanía supeditada a los sectores políticos. Y también afectada con debilidades análogas a las de los representantes políticos.
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