Sobre sanación Ramón Hernández

 

Nuestra especie (los homo sapiens), nosotras, nosotros, tenemos capacidades y limitaciones. Grandes capacidades y grandes limitaciones. Por condición. Y en gran medida vivimos sin tenerlas presente, sin considerarlas, sin reconocer nuestra propia naturaleza. De ahí viene muchas de nuestras dificultades para ejercer esta condición de estar vivos.

 

Nos extasiamos con la capacidad de nuestra mente de recordar y de imaginar, de memoria y de análisis. Nuestra mente (y especialmente en nuestra cultura occidental) vive apegada a los hechos que han sucedido y a los posibles hechos que ocurrirán.

 

Ante el momento presente, el preciso instante en que están ocurriendo los hechos (y donde siempre estamos), nuestra mente es aleatoria, algunas cosas las pone en la consciencia, otras las guarda en la subconsciencia y otras (la mayoría) las pasa por alto. Hace rápidas evaluaciones, categoriza, clasifica y opera. De algunos hechos nos hace conscientes, otros los guarda en algún lugar de nuestro cerebro y otros (los más) los ignora.

 

Lo anterior es una capacidad extraordinaria, de la que nos vanagloriamos. Darnos cuenta, ser conscientes de lo que pueda estar ocurriendo, almacenarlo en nuestro cerebro es una gran capacidad. Aunque no somos nosotros los que hacemos esto, es nuestra mente.

 

Nosotros nos creemos el cuento, nos identificamos con nuestra capacidad mental, y nos sentimos orgullosos y engreídos. Y nos encanta recordar e imaginar, seguir los dictados de nuestra mente.

 

Pues bien, he ahí parte de nuestro sufrimiento. En varios sentidos.

 

En primer lugar, vale notar que nuestra mente, ante los hechos que están ocurriendo, funciona de forma refleja, automática. Puede estar en modo recuerdo, o en modo imaginación, e igual registra algunos hechos hacia el subconsciente. De cualquier forma, atenta o distraída, suele ignorar la mayor parte de los hechos que están sucediendo ahí frente, dentro, de nosotros.

 

Esto podríamos considerarlo una limitación, la ignorancia, somos esencialmente ignorantes de todo lo que sucede. Sin embargo, nuestro sufrimiento no viene por causa de nuestra ignorancia, si no del hecho que no reconocemos ésta nuestra condición. Nuestra mente, con su gran capacidad, nos hace creer que estamos viendo la realidad, registrando todo lo que está sucediendo, y más todavía, que estamos siendo objetivos. Cuando en realidad, nuestra mente evalúa, categoriza y clasifica lo que está ocurriendo de acuerdo a su particular historia. Es altamente parcial y subjetiva. Y nosotros la seguimos y le creemos.

 

Por lo mismo, nuestra mente lee de una forma lo que está ocurriendo ahora, y en otro momento frente a lo mismo o parecido, tendrá otra lectura. Como igual se trata de nuestra mente, terminamos siendo contradictorios. Naturalmente. Nuestra naturaleza. Y de nuevo, nuestro sufrimiento viene no de lo contradictorios que podamos ser, si no de no tener plenamente aceptada esta condición.

Que decir, somos imperfectos. Es nuestra condición. Igualmente, nuestro sufrimiento viene no de lo imperfecto que podamos ser, sino de no tener plenamente aceptada esta condición.

 

Y cometemos errores. Cuando decidimos y hacemos, no tenemos forma de saber anticipadamente lo que ocurrirá posteriormente. Nos movemos y aprendemos en base a prueba y error. Y mas aún, lo hacemos con nuestra mirada parcial y subjetiva de los hechos. Nuestro sufrimiento no es producto de nuestros errores, si no de no considerarlos como parte de lo posible.

 

Considero que gran parte de nuestro sufrimiento, y enfermedades, provienen de no reconocer nuestra naturaleza con limitaciones.

 

También están nuestras capacidades y potencialidades. Y tampoco las reconocemos del todo. Nuestra mente nos hace creer que somos la especie superior, que hemos alcanzado una cúspide en la evolución. Y entonces estamos listos, nada mas que hacer.

 

Cuando en realidad estamos a medio camino, e individualmente, cada una y cada uno tiene mucho para desarrollar y crecer.

 

La felicidad viene cuando nos conectamos con y desarrollamos nuestras potencialidades. La satisfacción de estar expandiéndonos. La felicidad está en el interior de nuestro ser. La felicidad eudaimónica.

 

La sanación entonces vendrá cuando reconozcamos nuestras limitaciones, cuando las incorporemos en nuestro cotidiano, y cuando nos conectemos plenamente con nuestras capacidades. Y cuando aprendamos a separarnos un poco de nuestra mente, y en vez de seguirla en los recuerdos e imaginación, comentarios y juicios, nos detengamos y observemos y apreciemos lo que está ahí frente, dentro, nuestro, aquí y ahora.

 

Referencias

Vivir en plenitud las crisis. Jon Kabat-Zinn