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El eneagrama y el carácter de los chilenos

Francisco Encina es el autor del libro “Nuestra inferioridad económica”. Lo publicó dos años después del centenario de Chile, en 1912, Allí da su visión sobre el carácter de los chilenos. Sostiene allí que tendemos hacia la imitación pasiva de los países europeos. En esa época representaban el modelo de éxito; hoy se agrega y perdomina EEUU. Chile imita hoy más a este último, en vísperas de nuestro bicentenario. Esto es muy palpable en el modelo de ciudad que construimos, y en general en las pautas de consumo y en la cultura mediática.

En el eneagrama, el eneatipo que copia a las personalidades exitosas es el número tres. Se desconecta del sentir propio y como un camaleón imita la forma de ser, las ropas, los estilos, los lugares donde viven las personas que representan las pesonalidades de moda. Imitar a una persona o a un país es la misma actitud psicológica pero a una escala distinta. Quien imita a hecho un rechazo, una desvalorización de sí mismo. No es que no tenga una identidad o forma de ser propia, sino que la ha negado y con el tiempo la ha olvidado.

¿De dónde surge este rechazarse a uno mismo? En la psicología individual, proviene de la internalización del rechazo paterno o de otras figuras significativas en la pimera infancia. Nos ‘compramos’ la negación que hace de nosotros la figura de autoridad. Hacemos propio el juicio ajeno de no tener valor por lo que es y surge de nuestro interior, y de ahí la compulsión por apropiarse de las formas de ser de las personas valoradas.

A nivel del país, cabría pensarse en la negación violenta que hace el conquistador hacia el ser del pueblo originario. Pero a ello se agrega que el conquistador español que vino a América también era un marginal o desplazado, o aún convicto, en su país natal. Fue un aventurero en busca de fortuna, y quien parte en busca de otra realidad suele tener una negación hacia la realidad propia. No resulta así sorprendente que esta fusión sea altamente negadora de si misma.

Cuando estoy describiendo algo así en una clase, no falta quien me pregunte impaciente y hasta enojado: bueno, ¿y cuál e la solución? Siempre le respondo: esa es la segunda parte, el nivel dos del curso.

Encina también se refería a nuestra obsesión por conseguir fortuna con un golpe de suerte. Desdeñando el esfuerzo, la perseverancia, el trabajo regular y constante. El anhelo de fortuna provendría también del carácter de este español aventurero. Ahora bien, en el eneagrama el afán aventurero, que rehuye el esfuerzo, que busca engañar al otro ‘vendiéndole pomadas’, es el eneatipo siete. Este tipo sueña y planifica pasarlo bien en otro lado o en el futuro. Pero de lo que huye es de su realidad, del ineludible trabajo rutinarrio y cansador de todos los días, del pesar por las condiciones duras de su vida. Si el tres repreenta una negación de sí mismo, el siete representa una negación de sus condiciones.

Más allá de los dichos de Encina, existe la caracterización de los chilenos como incumplidores, irresponsables, e irrespetuosos. Todos estos rasgos son también del eneatipo siete, que busca ‘pasarse por el aro’ a la autoridad. Esta actitud es una reacción ante una realidad de sumisión a la autoritaridad. Es el desafío humorístico, la broma, la burla. Es el contrapunto entre la imagen de la autoridad fuerte que controla el orden público y la estudiante que se desquita lanzando el agua del jarrón a la persona que representa la autoridad en ese momento para ella. Y de allí la división de las posiciones entre quienes se identifican con la autoridad y la necesidad del orden y la disciplina; y quienes se identifican con el débil y su acto simbólico de irrespetuosidad a la autoridad.

¿Soluciones a esto? Sabemos lo difícil que es reconocerse así a escala individual, y mucho má aún cambiarse a sí mismo. El cambio sigue el camino de: verse, reconocerse, tolerarse, aceptarse, integrarse, armonizarse. Esas son las estaciones en el camino del desarrollo personal. ¿Cómo llevar esto a la escala del siquismo del país?, ¿cómo transformar la cultura nacional, que es el equivalente para el país a lo que la personalidad es para el individuo? El camino y las estaciones tendrían que ser las mismas, pero si a nivel personal se requiere que un individuo quiera hacer el proceso, a nivel del país se requeriría que una masa crítica quisiera hacer el proceso. Y éste tomaría otros tiempos.

Para comenzar a vernos necesitamos intentar hablar de lo nuestro sin un espíritu descalificador destructivo. Si comprendemos que las raíces de nuestro carácter nacional explican nuestras debilidades, podríamos ser más comprensivos y más compasivos con nosotros. Pero a ora parte de nuestro carácter no le gusta ser compasivo; piensa que eso es debilidad, cobardía, y nos gusta ser ‘valientes soldados’, ‘osados mapuches’ y héroes saltando al abordaje o tomándonos el morro. Estas conducas responden a otro tipo del eneagarma, el seis contrafóbico, que tuvo una autoridad severa e injusta y no confía en ella, y a falta de esta autoridad confiable que lo proteja –frente a esta condición de ‘huacho’, otro arquetipo nacional- se hace temerario para vencer su propio miedo y defenderse a sí mismo por sus propios medios.

Es amplia y compleja la tarea de mirar a los ojos el carácter nacional. Pero es una gran aventura, se requiere ser temerario, y podemos aprender de los que se interesan en mirarse a los ojos. Así, las debilidades de nuestra personalidad nos dan también la fuerza para el emprendimiento. Dijo el optimismo del eneatipo siete.


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