Teoría General de la Creatividad
“Hay una revolución que es por completo diferente, y tiene que ocurrir si hemos de emerger de la inacabable serie de ansiedades, conflictos y frustraciones en que estamos atrapados. Esta revolución (…) tiene que comenzar con una transformación radical de la mente misma…mediante una educación correcta, y el total desarrollo del ser humano.
La función de la mente es investigar y aprender. (…) La autoridad, “el que sabe”, no tiene cabida en el aprender. El educador y el estudiante están ambos aprendiendo, a través de la especial relación mutua que han establecido”.
(Krishnamurti, El arte de vivir. En la introducción a una selección de charlas dictadas por el autor en 1952).
Presentación
En la gran conversación que lleva adelante la humanidad, todos tenemos la opción de tomar lo pensado por otros como un insumo activador de nuestro pensamiento, o sólo actuar como una máquina “traga-traga”. El acto de desarrollar un pensamiento personal, basado en una confrontación de la información que recibimos con nuestro propio raciocinio y experiencias es un acto de creatividad. A través de él me Creo a Mí Mismo como ser independiente, como individuo autovalidador de mis verdades. Sólo a partir de ello puedo crear afuera, es decir, investigar y descubrir algo nuevo en el mundo. A partir de ser un sujeto que se crea a sí mismo, me convierto potencialmente en un ser creativo.
Esta posibilidad de ser un sujeto creativo se puede expresar en cualquier campo del quehacer humano. Allí donde la creatividad surge, introduce una mirada diferente a lo existente, abriendo con ello la posibilidad de que surja lo nuevo. La creatividad tiene que ver finalmente con el acto de creación, desde el más cotidiano hasta el acto mayor y todo abarcante: el de La Creación del Universo.
A lo largo de la historia del pensamiento ha existido una fascinación por la capacidad creativa, considerándosela una facultad distintiva a través de la cual los individuos y las sociedades pueden expandir sus posibilidades más allá de lo existente, elevándose por sobre sí mismos y por sobre su estatura media. A través de ella se producirían los nuevos aprendizajes, los descubrimientos originales, y se abrirían nuevas direcciones para la humanidad. Todo ello es cierto. Pero la creatividad es a su vez una facultad al servicio de comprender el sentido de la vida y realizar su finalidad. En un nivel práctico, la creatividad tiene la cualidad de mejorar la calidad de nuestro pensamiento y nuestras condiciones de vida, pues contiene un “modo de operar” de la mente que mejora la calidad del pensar. Pero en un sentido trascendente, la creatividad recupera la experiencia de lo divino, al reinstalar al Ser de seres como un Creador.
En un sentido radicalmente distinto, la creatividad ha sido también vinculada al mundo de la locura. Con ello se da la paradoja que la subnormalidad de la locura se homologa a la supranormalidad asignada a la creatividad. Esto sólo es señal de que nuestra normalidad no es creativa, y que de ella podemos salir tanto por arriba como por debajo. La locura contiene una forma de creatividad, pero el sujeto que la expresa suele autodestructivo.
Ahora bien, debemos enfrentar el hecho de que la creatividad, aunque es una facultad potencial en todo ser humano, queda sin realizar debido a una práctica educacional distorsionada. Y ello tanto en la educación de padres a hijos como en la educación formal. Ello porque el modo de educar consiste en traspasar información, en generar imitación, en formar desde el concepto de una forma de hacer las cosas, en vez de constituir un proceso de descubrimiento. Esto impide un proceso activo de razonamiento por parte de las personas, que las conduzca a comprender y validar por sí mismas la verdad de los conocimientos recibidos. Por esta vía las nuevas generaciones adquieren una suerte de “cerebro prestado” que opera como un modelo de estímulo-respuesta mental, impidiendo que se manifieste el propio cerebro, con su capacidad analítica y reflexiva. Sólo unas pocas personas, como adultos, acceden a una posición en que se les pide y permite analizar y reflexionar, pero sus posibilidades ya están constreñidas debido a las pautas en que ya se formó su propia mente. Es importante asumir que este modo de realizar el traspaso del conocimiento acumulado introduce esta consecuencia negativa, y también que es posible trans-formar, esto es, cambiar la forma, de educar, sin atentar contra su finalidad. Afortunadamente el sistema educacional ya se ha abierto a ciertas transformaciones metodológicas, pero sigue con la dificultad de “romper la cadena” de los educadores formados en la “vieja escuela”. Aquí es donde se hace significativa la existencia de aprendizajes de Creatividad, pues ellos favorecen una apertura mental que puede conducir a un cambio en el educador, rompiendo el círculo vicioso.
Este libro sobre creatividad no aspira –siendo consecuente con su espíritu- a ser “ilustrado”. Lo que se propone en cambio es sugerir visiones, ángulos y conexiones novedosas, que inviten a relacionarse de una nueva manera con las ideas, y por lo mismo, con el modo de estar en el mundo, comprenderlo y comprenderse.
No soy, por fortuna, una autoridad en la materia. Y digo por fortuna, pues la tendencia automática del siquismo educado bajo la fórmula del aprendizaje repetitivo es a aceptar automáticamente el pensamiento de las autoridades sobre cualquier materia, en particular de aquellas autoridades con las que se sienten identificados. Frente a eso, mi invitación es a que los lectores hagan como yo he hecho en general en mi proceso de descubrir el mundo: tomen las ideas ofrecidas como piezas de un juego, y jueguen con ellas. Denlas vuelta, digan primero “no” a cualquier afirmación, para poder después libremente decir sí, o reafirmar el no, o partir -desde el sí y el no- en una nueva dirección.
Otro principio desde el que escribo es que las ideas son gotas en la corriente de un gran río en el que todos podemos bañarnos, pues es un regalo contenido en lo creado. Los conceptos e ideas escritas en el río del conocimiento no son en verdad de un autor, pues finalmente no son más que variaciones de los grandes temas de la humanidad, a lo largo de los tiempos. La posibilidad y el mérito de todo ser humano no es aprender, sino hacer propias las ideas, pensar por sí mismo, bañarse en el río del conocimiento y no sólo contemplarlo. Personalmente, he intentado ejercer ese derecho y cumplir con ese deber. He activamente explorado y confrontado las ideas y visiones con las que me he ido encontrando a lo largo de mi vida, y me he ido quedando con las que he ido haciendo mías. Invito a ustedes a que hagan otro tanto con las ideas que hoy les presento de modo que, confrontándolas con sus actuales ideas, y desapegándose de la fuerza de la autoridad o del miedo con que se apropiaron de ellas, pasen a generar su propio concepto de la realidad, y su propia realidad como seres creativos.
La misión de cada quien –y quiero citar aquí al matemático y místico ruso Pedro Ouspensky, quien sostiene que no existe pensamiento equivocado, sino sólo pensamiento parcial- es, a partir de la parcialidad que limita nuestro pensamiento actual, avanzar en la ampliación de éste, en la búsqueda de múltiples miradas para ir construyendo la más amplia posible de las miradas, y la mayor comprensión de la que seamos capaces sobre el mundo, la vida, y nuestra vida personal. Es esta comprensión el camino que nos llevará a las puertas del Ser, pues nos saca de la esclavitud hacia una forma de ser, que es la fuente de todos los malentendidos.
Considero finalmente necesario argumentar aquí por qué presento la facultad creativa como una cualidad al alcance de cualquier persona. Esta convicción parte por asumir que si hoy no somos naturalmente creativos, es porque hemos perdido nuestra condición natural. Suscribo a los pensadores místicos que sostienen que nuestra naturaleza verdadera corresponde a la que poseíamos antes de la expulsión del Paraíso, y frente a la cual nuestra condición actual está “degradada”. Finalmente afirmo –junto con ellos- que esta degradación es remontable, que nos es posible la recuperación de nuestro siquismo natural en su plena dignidad. Es a partir de esta potencialidad de recuperar nuestra dignidad síquica natural que todos podemos ser creativos, debido a que en esa dignidad original está contenida la creatividad como atributo.
Lo anterior no obsta a que sea también posible darle “más creatividad” a nuestro siquismo degradado o condicionado, a partir de ejercicios de creatividad, y más ampliamente, a partir de la incorporación de paradigmas más abarcantes. Este desarrollo de hacernos más creativos dentro de los parámetros de nuestra naturaleza degradada nos coloca en el límite de ella y nos muestra que hay algo aún más allá. Se dice que quien comprende algo es porque supo hacerse preguntas. La respuesta –como bien dijo Bob Dylan- está soplando en el viento. Es cada ser humano el que tiene que realizar el camino, formularse las preguntas, encontrar las respuestas, procesarlas, comprenderlas, y hacerlas propias.
Cuando alguien siente que ha comprendido algo y piensa que vale la pena compartirlo, lo arma de una cierta manera propia. Este texto responde a eso. Lo he estructurado en tres secciones que presentan niveles de desarrollo posible de la creatividad, que postulo vinculados unos a otros, a la vez que representan una distinta profundidad y potencia en torno al mencionado objetivo, yendo de menos a más.
Los tres niveles, que son a su vez tres “metodologías” para el desarrollo de la creatividad, los conceptualizo así:
-
El desarrollo de la creatividad a partir de técnicas de aprendizaje creativo
-
Creatividad a partir del cambio de paradigma
-
Creatividad a partir del viaje por el interior de uno mismo
El vínculo entre los niveles se da a mi entender porque el límite de cada uno preanuncia el siguiente nivel.
El primer nivel de aprendizaje para el desarrollo de la creatividad corresponde a lo que en general se conoce como textos especializados en aprendizaje de creatividad, y constituyen en general “técnicas” para conseguir pensamiento creativo. Ello implica aprender creatividad con una metodología de aprendizaje no-creativo, cual es la de seguir técnicas. Sin embargo, junto con tener un valor funcional en sí mismas, y constituir una frontera dentro del paradigma de la modernidad, pueden ser a su vez el puente hacia la percepción de los límites de nuestro paradigma actual, y por lo mismo una invitación a conocer nuevos paradigmas.
El segundo nivel marca mi postulación de que la creatividad se puede desarrollar a partir del conocimiento y adquisición de un paradigma o mapa mental más amplio que el que poseíamos previamente, convirtiéndonos con ello en personas con una mirada más amplia y profunda sobre el mundo, sobre los fenómenos y sus interrelaciones. Todo ello nos da un nivel general de creatividad superior, que luego se podrá dirigir a una aplicación específica. Esto lo ilustramos con un bosquejo del paradigma holístico, que supera al paradigma mecanicista, y con una breve referencia a que la democracia desde el paradigma holístico genera la posibilidad de un concepto de democracia más creativo.
El tercer nivel está concebido como el desarrollo de la creatividad a través de realizar un viaje por el interior de uno mismo, lo que requiere de mapas de viaje interior. Aquí damos un paso más respecto de las anteriores modalidades de desarrollo de la creatividad, pues postulamos un proceso de transformación personal como vía para un desarrollo más pleno de la capacidad creativa. Con ello ésta deja de ser una adquisición teórica para constituirse en un patrimonio vivencial. Los paradigmas de este tercer nivel guían hacia una integración de la personalidad, con lo que no sólo adquirimos una visión del mundo más amplia y profunda, sino que nos transformamos nosotros mismos en personas más amplias y profundas. Estos viajes están vinculados a las enseñanzas de la sicología, el desarrollo personal, y las tradiciones espirituales o místicas. Todos estos mapas de viaje tienen como propuesta el que seamos capaces de vivirnos desde el espacio lo más amplio y abarcante posible de nosotros mismos. La sensación de presencia y habitación más amplia posible de nosotros mismos es la que permite la máxima creatividad posible a nuestra condición humana, iluminada por la divinidad.
Finalizamos este texto con una breve reflexión sobre el vínculo entre la Creatividad y las Utopías.
-
El desarrollo de la creatividad a partir de técnicas de aprendizaje creativo
Definimos como “técnicas de creatividad” a aquellos aprendizajes que enseñan una “operación” mediante la cual se obtiene un resultado creativo. Describiremos aquí tres de ellas, a manera de síntesis ilustrativas. Desarrollar la creatividad al nivel que ofrecen estas técnicas sitúa a las personas en la vanguardia del paradigma dominante de la cultura Occidental.
Nuestra época requiere un desarrollo del pensamiento creativo, frente a una situación de problemas crecientes y crecientemente complejos. De allí la necesidad de desarrollar habilidades para la solución creativa de problemas. La enseñanza de procesos, metodologías y soluciones creativas debiera gradualmente irse incorporando a los sistemas educativos. Necesitamos líderes en la liberación del potencial creativo de la gente, en todos los campos de la vida social y personal. El liderazgo creativo genera una interacción entre los miembros del grupo que mejora su habilidad para resolver problemas y alcanzar metas.
Entre los rasgos del liderazgo creativo aparecen la comprensión, la confianza, la responsabilidad, la sistematicidad, la provisión de estímulos y de conductas imaginativas.
Primera técnica: conocer las etapas del proceso creativo
Una de las maneras de replicar un proceso creativo y hacerse por tanto más creativos es conocer la estructura del proceso y sus etapas.
Tradicionalmente el proceso creativo se ha establecido como comprendiendo cuatro fases: (Wallace, 1926; Poincaré, 1952; Vinache, 1952): preparación, incubación, iluminación y verificación. Se puede analogar a un viaje con sus preparativos, la partida, la llegada a un lugar desconocido, y el regreso a la patria tras el hallazgo. Kurt Notamedi ha ampliado las estaciones del viaje a través del cual el buscador obtiene una nueva comprensión del fenómeno explorado, a siete etapas: estructuración, verificación, exploración, revelación, afirmación, reestructuración y realización. Sigamos una brevísima reseña de su descripción.
-
Estructuración. Según Sartre (1948), en el mundo de la percepción existe siempre infinatemente más de lo que vemos. Dentro del mar de percepciones, una figura emerge como una gestalt, y nos coloca un motivo. Surge como un desafío, una exigencia, una provocación, una carencia o un vacío. La función de estructuración (Goffman, 1974; Bateson, 1972) en el proceso creativo organiza un significado y el involucramiento del individuo. Se estructura una idea o hipótesis inicial respecto de este nuevo tema que la ha surgido como motivo de interés.
-
Verificación. Aquí se desarrolla la estructura inicial. Se acumula data. Se verifica el significado de esa gestalt o encuentro con la creación posible. Se “pesa” el tema y las posibilidades y riesgos de una exploración más profunda. Se traza un plan estratégico exploratorio.
-
Exploración. En la acumulación de información, se termina adentrándose en territorios desconocidos, inexplorados. El haberse percatado de algo posible va dando paso a la pasión por conocerlo y comprenderlo. Surgen los caminos inconducentes, la necesidad de desandar pasos previos, de dudar, de intuir, de inducir. Puede cambiar la concepción del problema, o el planteamiento de soluciones alternativas (Guilford 1979) Persiste la ausencia de una explicación global o sólida del fenómeno explorado, su incapacidad de ajustarse a las explicaciones de un paradigma existente; la motivación aparece ensombrecida por destellos de inseguridad: ¿serà posible llegar a ver la luz? Llega un momento en que lo único que sirve parece ser el dar una suerte de “salto en el vacío”, abandonar todos los modos vigentes de explicación del fenómeno. Este saldo de audacia puede ser la frontera que pocos están dispuestos a atravesar (May, 1995).
-
Revelación. De este “salto cuántico” puede efectivamente caerse en un agujero negro, en la nada sin salida, o abrirse el nuevo territorio de una revelación. El descubrimiento, el acto creativo. Se dice que en este momento el fenómeno habla de sí mismo a los oídos del buscador. En el teatro de Stanislavsky, el momento en que el actor “descubre” al personaje es caracterizado como la reencarnación, donde el personaje se manifiesta y le habla al actor, y le dice como hacerse él. Se convierte en el personaje. (Noore, 1977)
-
Afirmación. ¡Eureka!, el alarido afirmatorio, la certeza del descubrimiento. La confianza en la validez de la nueva aparición. Luego del primer desahogo vendrán nuevos ahogos y desahogos, la duda y la recuperación de la confianza, hasta que esta se consolida. No hay fisuras, es un hecho.
-
Reestructuración. Aquí viene una reescritura del proceso, hecho desde el descubrimiento hacia atrás. Se organizan las preguntas con la lógica, ahora, de un fenómeno conocido. Se reexplica todo acudiendo a los elementos que el auditorio comprenderá. Se traduce el descubrimiento a los términos reconocibles. Se organiza el nuevo significado, el nuevo sentido de la realidad.
-
Realización. Ahora debe entregarse la totalidad del descubrimiento. Muestra y demuestra, y lo vuelve patrimonio común.
Segunda técnica: la producción de Analogías o Conexiones Analógicas
Un componente de la creatividad es el de crear conexiones entre dos mundos que aparecen como separados, iluminando en ese acto a uno con el otro. Un tipo particular de conexión es la analogía.
La analogía consiste en una relación de semejanza o de equivalencia entre elementos diferentes. Tony Poze -en un texto en discusión con David Perkins- postula que las analogías tienen tres componentes: el sujeto, el análogo y la conexión; esta última se pueden basar en semejanzas de forma, de función, de atributo, de finalidad, u otros. Los elementos pueden analogarse de a uno, en pares, o en grupos. El llorar de la Tierra cuando llueve es una relación de uno a uno. Las proporciones, en matemáticas, tal como 2 es a 4 como 6 es a 12, establecen la equivalencia entre dos pares de elementos. Los velocistas de las olimpiadas son verdaderas gacelas, es una analogía entre dos grupos. Al establecerse la analogía, se crea una suerte de intercambio de los atributos, funciones, o finalidades, de un sujeto de la analogía al otro. El análogo presta al sujeto sus atributos; el sujeto se viste de la potencia comunicativa del análogo. La conección genera una nueva realidad con una fuerza superior a las del sujeto y el análogo por separado.
La creatividad o potencia creativa de una analogía se establece por la novedad de los elementos conectados, o por la novedad en el modo de conectividad. La mente se ilumina al ver cómo dos elementos de campos distintos resuenan uno en otro, o se conectan de una nueva manera, produciendo con ello un hecho mental nuevo. “Mezclar y reforzar imágenes son la clave del pensamiento analógico” (Gordon y Poze, 1981).
Lo innovativo de la conexión se evidencia cuando muchos, puestos en la misma situación, no hicieron la conexión. También es ella la que especifica la analogía, pues los mismos elementos producirán significados distintos según las conexiones que se establezcan.
Una analogía es novedosa cuando se establece por primera vez, o se le da una nueva conexión. Pero una vez creada pasa a ser algo disponible para su uso, un “cliché”, una matriz que se puede volver a aplicar una y otra vez a situaciones equivalentes. Por ello la creación ocurre sólo una vez, después vienen las copias.
El grado de precisión de la analogía también es un elemento que contribuye a su potencia; y en el caso de los inventos, la precisión puede ser determinante. Se cuenta que los hermanos Wright, acudiendo una vez más en la historia a la analogía ya conocida entre el ala de un pájaro como elemento de conexión para posibilitar el vuelo, no lograban controlar la dirección del avión que habían construido hasta que notaron que la punta del ala de los pájaros tomaba un doblez al momento del vuelo. Al analogarlo en el diseño del ala lograron el control del vuelo que sin ese detalle no habían obtenido.
Al constituir las analogías procesos creativos del pensamiento, se desarrollan técnicas para crear analogías y conexiones nuevas. Esto ha creado un campo de enseñanza de creatividad.
Un primera técnica es la dedicación metódica al conocimiento de nuevos campos. En tanto que las analogías relacionan elementos de distintos campos, para desarrollar la capacidad de crear analogías se requiere ejercitar una mirada que se pose en distintos campos, de modo de enriquecer el material disponible para la búsqueda o aparición de relaciones necesarias. Su retención en la memoria permitirá que reaparezca y podamos establecer la conexión en el momento de la demanda creativa.
Otra técnica es la de preguntarse por el concepto genérico o esencia funcional tras cualquier conexión. Por ejemplo, en el caso de un puente, su concepto genérico es de ser aquello que conecta dos territorios, y que en su ausencia están aislados, sea en forma absoluta, o bajo ciertas restricciones: inaccesible a pie, inaccesible en menos de una hora, etc.
A partir de definir el concepto genérico buscamos, en otros campos, objetos o productos que cumplan con esa finalidad genérica. Surgen muchos. El sonido es un puente entre las personas; las naves entre continentes; el dinero, entre los deseos y su satisfacción; los medios de comunicación entre los sucesos y su conocimiento; etc. Entonces se puede construir analogías tales como: siglos de cultura cruzaron el puente con el primer viaje de Colón; La Apolo fue el gran puente que unió por primera vez la Tierra y la Luna, etc. La analogía es: la Apolo es a la Tierra y la Luna como un puente es a las dos riberas de un río.
Una tercera técnica para descubrir analogías es preguntarse por los atributos con que queremos cargar a un sujeto: por ejemplo, seguridad, eficiencia, atractivo, éxito, etc. Si queremos cargarlo con el atributo del sex appeal, buscamos personas que lo posean y establecemos un tipo de conexión entre ellas y el objeto que queremos cargar.
Un grupo de autores (Alexander, 1965; Prestbo, 1968; Howard, 1980 han desarrollado técnicas para una acción sistemática de búsqueda de análogos relevantes. Primero se establece el sujeto, y luego la conexión. Ejemplo: el sujeto o tema-problema, los misiles al ser sacados para limpiarnos, por lo estrecho de su funda, se pueden atascar al reinsertarlos empujándolos. Pregunta para la conexión: ¿existe algo que pueda entrar, y de qué manera, para no atascarse, bajo la situación de una funda estrecha? De allí puede surgir el análogo de un supositorio, o de un caballo entrando a un establo. Lo segundo daba la idea de que en vez de ser empujado, algo puede ser tirado. Y de allí surge un camino crativo de solución.
Tercera metodología: El pensamiento lateral
El concepto de pensamiento lateral pertenece a Edward De Bonno, considerado uno de los grandes pioneros en el desarrollo del pensamiento creativo moderno; su obra principal es“El pensamiento creativo: el poder del pensamiento lateral para la creación de nuevas ideas” donde reúne veinticinco años de su trabajo. Sostiene allí que a partir del comportamiento de los sistemas de información autoorganizados podemos comprender la naturaleza de la creatividad, y acudir a técnicas para producir nuevas ideas. El cuerpo central del libro se destina a enseñar herramientas para generar ideas nuevas.
En su libro “El mecanismo de la mente”, de 1969, De Bono describió el modo de operar de ésta, sosteniendo que las redes nerviosas del cerebro humano funcionaban como un sistema de información autoorganizado. A partir de esta característica del sistema nervioso fundamenta la posibilidad, a la vez que la importancia, de enseñar creatividad. Explica que existen dos tipos generales de sistemas de información: pasivos y activos. En los pasivos, la información y la superficie de registro de la información son inertes, y toda actividad en ellos proviene de un organizador externo que ordena la información y la hace circular. En los sistemas activos, la superficie es activa y la información se organiza a sí misma sin ayuda de un organizador externo. Estos últimos son los sistemas autoorganizados.
En un sistema autoorganizado, la información que ingresa va estableciendo una secuencia de actividad que con el tiempo se convierte en una especie de camino, pauta o modelo para la nueva información. Cuando la pauta se establece, la nueva información es reconocida e interpretada de acuerdo a la experiencia previa. En el ser humano la percepción se vuelca a causa de esto hacia pautas rutinarias de recorrido en el sistema nervioso. El mundo pasa a ser visto a través de nuestras pautas previas, y el cerebro sólo pasa a ver lo que está “formateado” para ver. Estas pautas -al igual que embudos- poseen zonas de captación grandes, produciendo con ello que toda información dentro de la zona de captación remite a la pauta establecida.
Sostiene que este “modo de operar del cerebro tendría por finalidad que la vida nos sea más fácil, cosa que logra convirtiendo las percepciones en pautas de rutina”.
A partir de este modelo del funcionamiento de la mente, De Bono argumenta que cualquier proceso de análisis intelectual, a partir de la información existente en el cerebro, no puede aportar ideas nuevas, pues sólo puede entregar las ideas que ya poseemos, y que se encuentran grabadas allí. El analizar los datos existentes en nuestro cerebro permite seleccionar -de las viejas ideas- algunas útiles para efectos funcionales, pero no es un método que produzca nuevas ideas. Estas sólo podrán surgir de nuestra mente a partir de metodologías de creatividad, que la hacen funcionar de un modo diferente al establecido en su condición de sistema autoorganizado.
Si del medio ambiente se hace una demanda para la cual no tenemos estructura de respuesta, el único modo de generarla es desarmando la pauta existente y reorganizando la información para intentar dar cuenta de la demanda. Este procedimiento de desarmar y reestructurar las pautas mentales existentes da una buena definición de creatividad, sin esta posibilidad, nunca podríamos salirnos de una estructura.
Si la mente sólo pudiera generar repetición de la estructura de información existente -como cualquier computador- nunca habría un cambio de dirección en el pensamiento. Ahora bien, esta posibilidad de la mente no es en lo absoluto algo de fácil ocurrencia, por cuanto las estructuras que llevan tanto tiempo como tal, se resisten a ser desarmadas. Pero necesitamos hacerlo para poder establecer nuevas secuencias de pensamiento: pensamiento nuevo.
Reordenar las pautas es relativamente sencillo en sistemas de información pasivos, y muy difícil en los autoorganizados, porque la información se constituye en parte integrante de la pauta. Es tan difícil como asignar un significado nuevo a una palabra, en tanto las palabras son pautas de percepción y de experiencia. De esto deriva la necesidad de metodologías de creatividad en los sistemas autoorganizados, es decir, metodologías de desestructuración y reorganización de pautas.
Según De Bono la profundidad del surco o pauta aprendida, que es lo que se va generando con el tiempo y que le va dando su inmodificabilidad, es lo que impide que se produzcan desvíos, pautas laterales, o nuevos caminos para el recorrido de la información. La percepción de la nueva información recibida del medio discurre por la pauta ya fijada. En nuestra mente existiría un mayor o menor número de estos caminos o pautas de conocimiento estructurada. De Bono se pregunta ¿qué pasaría si accedemos a un “camino lateral…? De ocurrir esto podríamos recorrer el camino de regreso hacia el punto de partida o camino principal, estableciendo conexiones nuevas en nuestros circuitos de información y conocimiento. Desde otros sistemas, a esto se le llamaría una confrontación activa entre nuestra información acumulada, para generar un pensamiento propio nuevo.
Es esta idea de caminos laterales lo que da origen a su concepto de pensamiento lateral. La posibilidad del desplazamiento desde las pautas laterales al camino principal sustenta la capacidad creativa de la mente, y constituye la base para desarrollar técnicas de creatividad.
De Bono afirma que el humor es un producto humano paradigmático de la creatividad, pues muestra cómo ciertas percepciones, establecidas ya de una manera, pueden reconfigurarse, lo que hace a la esencia del proceso creativo. Cuando escuchamos un chiste, partimos situados en una pauta o camino principal, y de pronto somos desplazados al final de un desvío; entonces vemos súbitamente el (otro) camino que podríamos haber tomado. En definitiva, genera conexiones nuevas en nuestros circuitos de información. Y bien cabría decir que genera corto-circuitos.
Ejemplifica:
“Si estuviéramos casados, pondría veneno en su café”
“Si estuviéramos casados, me tomaría el café”.
Diálogo que se atribuye a W. Churchill y Lady Asquith, aunque nadie se atreve asegurar en qué orden hablaron.
-Por favor, hazme sufrir, le dijo el masoquista al sádico.
-No pienso, le dijo el sádico, gozándose de hacerlo sufrir.
-Gracias, le dijo el masoquista.
Explica que en ambos casos la mente va por un camino de pauta, y súbitamente es puesta en otro camino . En creatividad, si nos las arreglamos para pasar del camino principal al lateral, podemos retroceder al punto de partida y conseguir la intuición creativa o nueva idea.
Pero, ¿cómo llegar al punto de la idea que está sobre el camino lateral? Este es el quid de las técnicas creativas.
Ilustraremos la aplicación del pensamiento lateral con una de las técnicas de De Bonno que más se ha popularizado, la de los seis sombreros para pensar
En ella se debe contar efectivamente con seis sombreros de distintos colores, a los que se define ciertas modalidades de razonamiento o comportamiento mental. Las personas, al ponerse uno u otro sombrero, deben comportarse de acuerdo al mandato que cada uno determina. Esto obliga a las personas a salirse de sus pautas habituales de posicionamiento mental, y explorar otros nuevos.
-
Sombrero blanco. (papel blanco, neutro, transmisor de información) Centra en la obtención de información. No se hacen propuestas, ni razonamientos.
-
Sombrero rojo (calor, fuego) Otorga permiso para expresar sentimientos e intuiciones, sin disculparse, sin explicar, sin justificar. Se dicen cosas como: …poniéndome el sombrero rojo, esta es la intuición que tengo del proyecto…tengo una corazonada, no va a funcionar…no me gusta la forma en que se están haciendo las cosas…
-
Sombrero negro (juez severo, que sanciona con dureza a los que actúan mal). Llama a la cautela, a evitar los errores, formula opiniones sobre por qué no hay que hacer algo, por qué no va a ser provechoso. Es el juicio crítico. Los errores llevan gran perjuicio, nadie quiere cometerlos. El rechazo a escuchar la crítica aumenta las posibilidades de caer en ellos. Por el otro lado, suele ser el sombrero más usado, y algunos nunca se colocan otros produciendo un efecto depresivo, de gran negatividad.
-
Sombrero amarillo. (La luz del sol). Optimismo, visión lógica y positiva de los hechos. Busca la factibilidad y una manera de actuar. Persigue beneficios, pero desde una base lógica.
-
Sombrero verde. (Vegetación y crecimiento abundante). Es el de las ideas nuevas que crecen. Las alternativas adicionales. Otras posibilidades e hipótesis. Provocación y movimiento. Pide el esfuerzo creador.
-
Sombrero azul. (El cielo, una visión amplia, panorámica). Pide la visión abarcante, la totalidad de los aspectos considerados, es holístico. Se emplea para pensar sobre el pensamiento: …“¿habremos visto todos los aspectos del problema….¿hay algún sombrera que todavía tenga algo que decir?…¿cómo vinculamos lo que se ha dicho hasta ahora?…¿tenemos la sensación de tener todos los aspectos considerados?”
Algunos de los aportes de esta técnica son:
– Dar opciones a la trampa de la eterna discusión. La tradición occidental de la argumentación indica que se avanza con la toma de pocisiones y la argumentación; las que servirían para analizar el tema; pero lo que en realidad ocurre es que los protagonistas se cierran en sus respectivas posiciones y se interesan más por hacer prevalecer sus opiniones que por analizar el tema.
-Aportar una salida cuando los gustos de alguien van en contra de una idea, lo que hace que no esté dispuesto a considerar sus aspectos favorables. El método da la posibilidad de adoptar posturas con independencia de los gustos o disgustos.
-Proporcionar una manera de salir a las personas atascadas en una actitud negativa hacia la vida, o hacia cualquier proyecto. El sombrero negro la legitima, pero los otros cinco le dan la posibilidad de ponerse en otra actitud, o cuando menos, los insta a callar.
-Permitir cambiar de “posición”, y aún contradecirse, sin que eso constituya estigma u ofensa. Si a alguien se le dice que es inconsecuente, se ofende, pero si se le dice que use el sombrero amarillo, no será una ofensa.
En la aplicación de este instrumento todos deben usar los distintos sombreros, y el grupo debe exigir que todos se expresen en su momento según las exigencias de cada sombrero. Así como un golfista usa todos sus palos según la necesidad, un buen pensador debe saber usar todos los sombreros.
​
II. Creatividad a partir del cambio de paradigma
​
La “falla humana” respecto de las ideas es por un lado, aferrarse a ellas y no saber abrirse a verdades superiores cuando estas se nos aparecen; pero más grave aún es necesitar que los otros tomen por verdaderas las ideas propias, al punto de llegar a emprender cruzadas para imponerlas.
Creo que al despejar esas dos distorsiones –no aferrarnos a nuestras ideas y no necesitar que los otros las tomen por verdaderas- podremos volver a confiar en un nuevo cuerpo de ideas que nos de un horizonte de futuro deseable.
Cuando un paradigma –ideológico, filosófico, religioso- se constituye para un grupo humano en una verdad inamovible, por la cual va a la guerra, le sucede en la historia un período en que la gente lo único que quiere es eludir creer en nada y renunciar a toda convicción. Pero necesitamos convicciones para orientar nuestro accionar en el mundo.
Por ello me parece que la idea que presento de los paradigmas como círculos concéntricos que conviven en cualquier presente histórico, y por ello menos o más amplios y profundos –menos o más creativos; y el que nosotros podamos pasar con nuestra comprensión de un paradigma a otro, cambia de una manera muy importante nuestra relación con el mundo de las ideas. En definitiva, nuestra adscripción a un paradigma u otro pasa a tener relación con nuestro estado de desarrollo, que al ampliarse nos permitirá pasar a comprender un nuevo paradigma de alcance más vasto, haciéndonos con ello más creativos, a la vez que profundizando con ello nuestra comprensión de la vida y del universo.
Ahora bien, en mi comprensión el paradigma más amplio y profundo no es el último que aporta la ciencia, sino el plan maestro de la creación y despliegue del universo, dentro del cual todo pensamiento nuevo queda contenido y todo descubrimiento sólo descubre. Suscribo también a que la mayor comprensión del plan maestro y del sentido de la vida la han tenido los grandes maestros, como Cristo, Buda, Krishna y otros, lo que me hace sostener que a lo largo de todos los tiempos ha estado dentro de la posibilidad de la humanidad acceder a los paradigmas más amplios y profundos. El mismo acercamiento entre el conocimiento de la ciencia de vanguardia y las tradiciones místicas y las de los pueblos originarios refuerza este planteamiento.
Por ello es que postulo como un aprendizaje de creatividad el que una persona cambie su adhesión desde un paradigma a otro paradigma superior, teniendo presente a su vez que siempre podrá haber otro paradigma que lo supere, a la vez que puede también ampliar su comprensión del paradigma al que está adhiriendo. En este sentido, las ideas que tenga otra persona y que no se condicen -que contradicen- las que posee, sólo cabría que actuaran como estímulo para profundizar en su paradigma o para adquirir otro superior que pueda contener la nueva idea presentada por el otro. No está demás enfatizar que el cambio de paradigma sólo se puede hacer por un acto de comprensión propia.
No haré en este texto el intento de un análisis comparativo de paradigmas, para demostrar que existen entre ellos distintos niveles de creatividad. Sólo presentaré aquí las cualidades creativas del paradigma cultural que considero el más amplio disponible en este momento -descontando los de las tradiciones místicas- y que es el paradigma holístico. Dejo a cada quien la evaluación de si éste le aporta elementos nuevos a la comprensión de sí mismo y del mundo respecto de lo que le da su actual paradigma.
​
Del paradigma mecanicista al paradigma holístico
​
La ciencia de la modernidad se constituyó en base a un paradigma mecanicista, que comprende al mundo y todo lo que lo contiene como una máquina, a la que busca entender a través de la descomposición de sus partes o piezas componentes, considerando a cada una como autónoma y reemplazable. La capacidad de las ciencias de ir desmontando todas las realidades en piezas y partes cada vez más pequeñas, fue generando un cúmulo de conocimiento que obligó cada vez a una mayor especialización, lo que condujo a su vez a las personas a estudiar zonas mínimas en relación con el fenómeno total del cual formaban parte. Esto ha generado una situación donde ya nadie conoce la totalidad de los fenómenos de los cuales su conocimiento forma parte. El método de la fragmentación produjo acumulativamente una “data infinita” que en vez de acercar, alejó cada vez más de la comprensión de la totalidad.
Es cierto que, como complemento al análisis, existe una dirección del pensamiento orientada a la síntesis, que consiste en el proceso de vincular en todos mayores lo que en principio aparece como partes separadas. Pero es tal el cúmulo y el ritmo de aparición de nuevas partes separadas, que las síntesis sólo alcanzan aspectos parciales de los fenómenos, y nunca se alcanza a procesar toda la data existente antes de que sea sobrepasada por nueva información.
Es frente a esta dirección o metodología en el proceso del conocer que surge o resurge la idea del pensamiento holístico, que deriva de la expresión whole: totalidad. Éste se propone comprender las totalidades, y no sólo las partes, piezas o fragmentos escindidos de su relación con el todo.
Para hacerlo, su primera distinción es una nueva actitud hacia su “objeto” de estudio, la naturaleza, a la que “subjetiviza”. Ella deja de ser un mundo extraño al que debamos vencer, para pasar a ser el gran cuerpo que nos contiene, a la vez que nos proporciona los medios para nuestra subsistencia y desarrollo. Un componente importante para dejar de conocer al mundo como compuesto por partes separadas, es dejar de definirnos a nosotros como separados del mundo.
El físico Fritjof Capra -uno de los destacados exponentes de esta nueva mirada paradigmática- ha anunciado que el pensamiento científico emergente está revolucionando toda la estructura social, pues porta una nueva imagen del mundo que nos lleva desde un mundo mecánico y causal, a otro dinámico e interconectado; sistémico y sincrónico.
El Pensamiento Holístico se emparenta con el Pensamiento Sistémico, proveniente de la teoría de sistemas. La Teoría General de Sistemas señala que cada variable en un sistema actúa con otra tan cabalmente, que causa y efecto no pueden ser separados. Cualquier variable puede ser a su vez causa y efecto. La realidad no se queda quieta nunca ni puede ser partida en pedazos. Esta teoría –en palabras de Ludwig con Bertalanffy- busca comprender los principios de la totalidad y la autoorganización en todos los niveles: desde la biofísica de los procesos celulares a la dinámica de las poblaciones; desde los problemas de la física a los de la siquiatría, desde la política a las unidades culturales. Así, los sistemas son totalidades, y la Teoría General de Sistemas aspiraría a dar cuenta de la Totalidad Mayor. ¿Y cuál es esta?, el Universo en su conjunto.
Algunos componentes esenciales del Paradigma Holístico (PH)
​
Unidad, totalidad y principio de escala
El PH relaciona la unidad con la totalidad. Una unidad es siempre una totalidad a una escala ampliada. Por ejemplo, la sociedad es una unidad, y es a la vez la totalidad de las personas que la componen; lo mismo el ser humano es una unidad, y es la totalidad de las células que lo componen. Una célula es una unidad, y si ampliamos la escala de observación vemos que es la totalidad de sus elementos componentes.
Frente a la agobiante cantidad de conocimiento en circulación en la cultura contemporánea, hemos llegado a considerar que no podemos tener un conocimiento de la totalidad, pero el PH lo permite, y ello para cualquier totalidad, incluso la mayor: el universo. Sólo que cada totalidad la podemos conocer a un distinto nivel de escala. Para hacer esto debemos comprender que al conocimiento de una totalidad, no se accede por la agregación del conocimiento de las partes -las que pueden ser “infinitas”- sino por la visión de la totalidad como una unidad. Sólo ponerle nombres a las células de una persona le tomaría más que su vida. Al respecto es ilustrativo el cuento de los ciegos y el elefante: el elefante es como un tronco, dice uno; no, es como una serpiente dice el otro; es como una manta raya dice el que le toca las orejas. Ninguno conoce el elefante, ni el modo en que cada parte participa en la conformación del elefante. Y así es con el conocimiento de las partes sin el conocimiento del todo. Si no conocemos el todo, el conocimiento de algunas -aunque sean muchas- de sus partes produce una figura que no nos da garantías de ser la figura del todo. Y esa es una de las grandes limitaciones de la ciencia contemporánea.
Esta relación entre la unidad y la totalidad se nos hace patente a través del principio de escala. Por la existencia de telescopios y microscopios podemos tener una idea clara de este principio, al mostrarnos cómo existen mundos al interior de otros mundos. Las células vistas al microscopio -ampliando la escala- aparecen como seres individuales. Sin ellos sólo existen como componentes indiferenciados de un ser que las supera y las contiene: un individuo. Esto que lo comprendemos para la relación célula-persona, no lo comprendemos en la relación persona-planeta. Los círculos concéntricos, así como las muñequitas rusas, ilustran esta relación entre unidad y totalidad, la unidad conteniendo a todas las unidades interiores, y cada una a distinta escala. Todo esto nos permite darnos cuenta de los límites de nuestra percepción y de cómo nuestra capacidad de percibir se sitúa dentro de cierto rango de escala.
En definitiva, podemos conocer todo sobre el universo, o todo el universo, si aplicamos a él el principio de escala, y si tomamos las cosas a distinto nivel de escala. A nuestra escala podemos conocer más detalles, y menos a otra escala. Debemos conocer más de nuestra casa, menos de la ciudad, menos del país, menos del planeta. A escalas superiores debemos conocer trazos más generales, más globales, más abstractamente. Pero ese mapa general nos da cuenta de la totalidad.
Principio de Relatividad
Otro principio fundamental del PH es el de relatividad. Este principio se sostiene sobre dos premisas:
-que los fenómenos tienen un significado interno
-que estos están interconectados en una cierta relación unos con otros, lo que los hace interdependientes. Los fenómenos pueden aparecer como separados sólo por una insuficiente percepción de ellos.
Para descubrir esa interconección, se debe buscar la similaridad en lo que aparece disímil. Para encontrar estas similaridades, debemos pensar todo fenómeno en términos de proceso; ver siempre la relación de una parte con el todo: el lugar que ocupa y la función que cumple dentro de la totalidad mayor. El principio de relatividad define que algo se conoce cuando se conoce su ubicación, su función y su relación con el todo.
El Pensamiento Absoluto por el contrario toma las cosas como separadas. Al ser separadas, cada cosa toma un atributo frente a sí misma, sin considerar que los atributos son sólo apariciones relacionales. Así, al existir lo bueno y lo malo, el Pensamiento Absoluto enfrenta a la disyuntiva ilusoria de tener que definir algo como bueno y algo como malo, ya que ese algo que tiene un atributo está separado de otro algo que tiene el otro atributo. Finalmente, agrega entre sí a todos los que comparten un mismo atributo, a la vez que los contrapone a los que son a su entender depositarios del atributo opuesto.
Pero cuando decimos –por ejemplo- qué alguien es inteligente, lo que estamos diciendo es que es más inteligente en relación a un grupo de referencia. Lo es en relación a una cierta totalidad. El pensamiento absoluto hace afirmaciones sin referirlas a su marco de referencia, y con ello absolutiza los atributos. El marco de referencia más habitual, y que obviamos, somos nosotros mismos. Cuando alguien dice que el sistema de mercado funciona, le falta decir para mí. Un cesante dirá que no funciona. Si considero mi representación de la realidad como la realidad, sólo me queda invalidar a todos los demás con sus percepciones de la realidad. Esta es la base para la guerra de exterminio, a nivel de pareja, de naciones o a escala mundial. El pensamiento absoluto que opera en una persona opera también en las masas en virtud del principio de escala.
Principio de Trinidad
El pensamiento mecánico contempla dos fuerzas actuando en todo fenómeno: acción y resistencia, magnetismo positivo y negativo, células masculinas y femeninas, etc. En general nosotros sólo consideramos una fuerza cuando pensamos en emprender algo, pensamos en la acción, y no pensamos en la resistencia a esa acción. Entonces creemos que esa acción puede durar un tiempo indefinido. Quiero trabajar, me digo, y en ese mismo momento el principio de trabajar levanta en mí el principio de descansar, que empieza a aplicar su fuerza desde que comienzo a trabajar. Hasta que la vence, y descansamos. Pero para el PH, todo fenómeno en el universo se presenta no bajo dos sino por el encuentro de tres fuerzas diferentes. Veamos la relevancia de esto en la comprensión de los fenómenos, con un ejemplo:
Paradigma Holístico y Creatividad
El principio propuesto es que los componentes de un paradigma más amplio, aplicados a cualquier ámbito de acción o pensamiento, generarán nuevas miradas y nuevas soluciones. Por ejemplo apliquemos el principio de las tres fuerzas a la situación de una pelea callejera. Uno ataca, otro se defiende. Pero surge uno que actúa en un intento por neutralizarlos, es decir, contener la pelea. Entonces tenemos que ese fenómeno puede tener no dos resultados, sino tres resultados posibles: el triunfo de uno, del otro, o la detención de la pelea. Ahora, ¿cuál será el resultado? Dependerá de cuál fuerza sea mayor. Probablemente una persona intentando neutralizar la pelea no tendrá la fuerza, pero si son dos o tres los que intervienen, probablemente lo logren. Ahora bien, esa fuerza neutralizadora se puede agotar en la contención del conflicto, o restarle aún fuerza para una acción constructiva, y esto nos conecta con la acción social.
Ahora apliquemos el mismo principio a una escala más amplia, y veamos la analogía entre una pelea de barrio y el cuidado de la democracia. A ésta le subyace una tensión permanente entre las fuerzas de conservación y de cambio -izquierda y derecha, libremercado y estatismo, autoritaristas y libertarios, etc.- de las condiciones existentes. El permanente movimiento polar y victoria temporal de una u otra ha sido el “motor de la historia” Pero es posible otra historia, a partir de la aparición de la tercera fuerza. El esfuerzo para conservar la democracia neutralizando a las dos fuerzas en pugna que en períodos de la historia están dispuestas a exterminar a la otra para el logro de su utopía, y tras la neutaralización, generar el proceso de profundización de la democracia que realice el bien común a partir de la tolerancia y no desde la ilusión de realizarla a través de la eliminación del otro.
Así, los principios de un paradigma más amplio nos permite mirar fenómenos y ver ángulos y caminos de acción nuevos, allí donde dentro de paradigmas más estrechos no encontramos solución. Así, en estos sencillos ejemplos, el paradigma mecanicista al sólo alcanzar a ver dos fuerzas, no puede ver una solución a la pelea callejera o a la realización de la utopía sino a partir de vencer y eliminar al otro, pero la historia muestra que el grupo vencido se recupera, reúne fuerza, y a veces con otro nombre y ortas con el mismo, vuelve a la batalla, sin llegarse así nunca al bien final deseado. Al aceptar que las dos fuerzas antagónicas nunca van a dejar de estar presentes, pero que existe la posibilidad de aplicar una fuerza neutralizadora que las contenga, entonces la democracia pasa a ser un escenario posible permanente, el lugar donde se puede realizar la vida buena a través de procesos de respeto y tolerancia. En definitiva, la democracia se puede instalar, desde los principios del paradigma holístico, como utopía.
​
III. Creatividad a partir del viaje por el Interior de Uno Mismo
​
Así como hemos postulado que es posible desarrollar la creatividad aprendiendo técnicas que permiten a nuestra mente salir de sus pautas habituales; o bien enseñándole a la mente paradigmas más amplios y profundos, planteamos aquí finalmente la posibilidad de un desarrollo creativo más completo, a través de un camino que nos permite desplazarnos dentro de nosotros mismos hacia zonas gradualmente menos condicionadas, más flexibles, y por tanto más creativas. Ello no significa que dejemos de estar sometidos a condicionamientos pues éstos operan como piloto automático para guiarnos en un mundo repetitivo y rutinario. Lo que nos permite el desplazamiento por el interior de nosotros mismos es la capacidad de salirnos de éstos en un momento determinado, a partir de nuestra decisión. Nos da en definitiva el poder para manifestarnos creativamente.
La posibilidad de liberación de los condicionamientos y de vivir cualquier momento como presente, desde el ser no condicionado, está contenida potencialmente en las metodologías de la sicología y de las tradiciones espirituales.
La sicología nació desde dentro del racionalismo moderno para subvertirlo. La cultura oficial aún la tiene categorizada como una ciencia de la enfermedad mental o una ciencia para corregir conductas desadaptativas respecto de la normalidad, pero las visiones más progresistas han instalado a la psicología como una ciencia de la reeducación del ser. A ello contribuyeron en forma importante las distintas tradiciones espirituales, aportando un conocimiento profundo sobre el siquismo humano, influenciando especialmente a la corriente humanistas, y dando pie al surgimiento de la sicología transpersonal.
Lo que la sicología y las tradiciones espirituales nos han aportado es un retrato del siquismo como una estructura compleja, es decir, como un sistema, lo que se contrapone al concepto racionalista del siquismo humano como hecho “de una sola pieza”. Esto tiene un paralelo con lo que ocurrió en la historia de la ciencia con el conocimiento del átomo, que fuera visto hasta un momento como unidad última e indivisible de la materia, para aparecer luego como una estructura divisible, múltiple y compleja.
En virtud de la existencia de este siquismo complejo, compuesto a su vez por múltiples manifestaciones no reconocidas o vistas por nosotros, denominadas inconscientes, surge genéricamente hablando, la necesidad de realizar un proceso de autoconocimiento. Un viaje, un desplazamiento dentro de nosotros hacia los territorios desconocidos de uno mismo. Ello requiere por lo mismo de mapas de viaje. Las distintas escuelas sicológicas, disciplinas de desarrollo personal, sicoterapias corporales y tradiciones espirituales poseen cada una sus mapas de viaje. Ellos son Mapas Mentales (MM) que muestran la estructura del territorio y pautean recorridos hacia nuestras experiencias interiores.
Visto así, los MM de viaje interior constituyen en su nivel teórico una continuación de la idea del desarrollo de la Creatividad a partir del cambio de paradigma contenida en la sección anterior, a partir de un tipo particular de mapas, cual son los Mapas de Viaje hacia al Interior de uno Mismo. Dichos mapas pueden también ser mejores o peores, más o menos creativos. La idea de un territorio interior con múltiples paisajes es la primera noticia que aportan dichos MM sobre nuestro mundo interior.
El autoconocimiento es por tanto un proceso de Viaje que permite el Conocimiento de Uno Mismo, y el MM debe entregar la información necesaria para realizar ese viaje. Lo anterior lleva implícito que todo cambio en mí mismo debe provenir de mi propia convicción y aceptación, este es un viaje que no se puede imponer.
Ahora bien, la experiencia ha mostrado que es enormemente difícil que los mapas por sí solos permitan a una persona interesada realizar el viaje. Se asume que en general se necesita de un “guía” que haya recorrido antes el territorio y lo conozca bien. Esto porque los mapas no siempre son precisos, o porque los peligros son frecuentes. Pero la mayor dificultad para que una persona pueda realizar sola el estudio de sí misma, es que antes de emprender el viaje ella es enteramente “sí misma”, y no tiene a nadie en ella para estudiarse a sí misma.
Esta afirmación paradójica es la que sustenta la base misma de la idea de que el autoconocimiento contribuye a la creatividad, pues contiene el postulado de que nuestra personalidad -es decir, lo que cualquiera de nosotros es en este momento- es una suerte de “programa síquico”. Este es el segundo gran aporte de los MM de Viaje al Interior de Uno Mismo. En este hecho descansa toda psicología. Si no fuera nuestro siquismo una realidad definida y estructurada, no podría concebirse que ella constituya un “objeto de estudio”. No habría necesidad de tal estudio. Por otro lado, y aquí el otro concepto paradójico, cualquiera de nosotros no es sólo personalidad, no es sólo siquismo programado. Cualquiera de nosotros puede instalarse a través de un acto intencional por “fuera” del programa -o sea, en su zona de “siquismo desprogramado”- y desde allí iniciar el viaje. El viajero, metafóricamente, puede elevarse sobre su “si mismo”, hasta una posición de “visión de sí mismo desde un espacio más amplio”, que le permite ver el territorio síquico de su personalidad en un nivel inferior de sí mismo, en su “Tierra”.
Finalmente podemos adelantar otra imagen, que está detrás de la idea de desarrollar la creatividad a través del proceso de autoconocimiento, y esta es que la realización del viaje transforma el territorio. Es decir, la acción de conocernos nos hace distintos, pero de una manera muy particular, que es -con otra analogía- como si a través del viaje que realizara un viajero por el mundo, se fueran deshaciendo las fronteras entre países, terminando las guerras, reconociéndose todos como hermanos. Es decir, un cambio maravilloso, que a la vez permite descubrir que las fronteras y las guerras desaparecen porque son función del siquismo condicionado, en tanto nada de lo que tenía existencia real: las personas, las montañas, los lagos, dejará de existir.
El viaje por el Interior de Uno Mismo permite entonces tanto una comprensión de nuestro mundo interno, como también la aparición de un funcionamiento síquico integrado y armónico, a través de una desrigidación de nuestro siquismo programado. Todo esto genera nuevas posibilidades expresivas que quedan disponibles para incrementar nuestro potencial creativo.
Así, el autoconocimiento genera la aparición de hechos nuevos en nuestro siquismo, lo que a su vez nos dota de una nueva mirada hacia el mundo exterior, facultándonos para verlo de un modo distinto, y producir en consecuencia hechos nuevos en cualquier campo del mundo externo. El autoconocimiento, al abrirnos múltiples mundos interiores, nos permite instalarnos en “zonas” distintas a las habituales, nos abre nuevos ángulos de mirada hacia el mundo exterior, y por tanto nos permite ser creativos en cualquier campo exterior.
A continuación presentaremos de modo sucinto algunos MM de distintas escuelas sicológicas y tradiciones espirituales, insistiendo en que su aprendizaje aporta un desarrollo de la creatividad en un plano teórico, -con lo que esta sección es una prolongación de la segunda sección de este capítulo- en tanto que sólo la práctica de estos caminos aporta un desarrollo de la creatividad en un nivel existencial. Esto último escapa a las posibilidades que puede ofrecer un libro, el que sólo puede actuar como factor de estímulo. La idea de presentar algunos MM es que puedan ver las similitudes entre ellos, lo que deja entrever que están hablando de un mismo territorio, a la vez que su diversidad de formas permite que las personas puedan encontrarse con el que les motive más o les sea más afín. Nuestro objetivo es que estos mapas les aporten una imagen nueva del siquismo humano, y que les surja la motivación por realizar el viaje.
Hacer el viaje es materia de un trabajo práctico, conducido directamente por un guía. Uno puede leer de viajes, pero viajar es otra cosa.
​
Algunos Mapas Humanistas
Dentro de las cuatro grandes corrientes de la psicología, la humanista nació de las filosofías existencialistas que influyeron sobre la sicología sicoanalítica.
La psicología humanista es mucho más diversa y heterogénea que la psicología psicoanalítica, lo que se expresa en la existencia de distintas escuelas, la mayoría de ellas construida en torno a una figura prominente que la inicia. Aquí consideraré también el neosicoanálisis desarrollado por Erick Fromm y Karen Horney como mapas humanistas, aunque ellos se inscriban también como continuadores del sicoanálisis.
Aquí solo expondré en forma sucinta los Mapas de algunas de ellas. Mi propósito es que sirvan como puertas de entrada para ustedes a su lectura más profunda, que puedan reconocer en ellos que se está hablando en general de un mapa coincidente expresado en distintas formas, y argumentar en el tema central de este libro que los mapas síquicos de las escuelas humanistas, al ser más completos y elaborados, permiten una expresión humana más creativa ya que son menos rígidos, más diversos, menos controladores y represivos que el modelo sicológico racionalista. En segundo lugar, argumentar y ejemplificar que el seguir procesos de autoconooimiento en base a estos mapas otorga al individuo mayor potencialidad creativa, pues lo pone en contacto con nuevos rasgos y posibilidades de su siquismo.
El Mapa de la Gestalt
La Gestalt es una escuela de psicoterapia humanista fundada por Fritz Perls en California, EEUU. Ella define dos grandes componentes en nuestra estructura sicológica, a las que nombra en un lenguaje no-intelectualizado sino gráfico como “perro de arriba” “perro de abajo”. caracterizando así a dos componentes de nuestro siquismo que están habitualmente en conflicto, y muchas veces en un impasse estéril, sin solución. No asigna la gestalt mayor verdad o derecho moral a ninguna de las partes; a ninguna la llama yo. Su acción terapéutica se propone superar el conflicto o impasse e integrar la personalidad.
El gestaltista chileno Francisco Huneeus, en el Apéndice a la obra “Fundamentos de la Gestalt” en pg. 227, carateriza la situación asi. “El conflicto en mí, mi falta de impulso, mi estar congelado, estático tanto en el sentir como en el actuar, proviene de que una parte de mi personalidad está en conflicto con otra. Una parte trata de hacer, la otra se resiste – y lo más difícil es ver estas resistencias y admitir que no provienen de traumas ni de mala suerte, sino que son de mi propia construcción. Y como la resistencia es parte mía, el único modo de integrarme es descubriéndola. (…) Una ventaja práctica que se desprende de ver las dos caras de una moneda -ver desinteresadamente los dos opuestos- es la capacidad de hacer nuestras propias evaluaciones. En terapia el verdadero juez es el propio paciente.”
El gestalitasta nortamericano Stevens, en su libro “El darse cuenta”, pgs. 76-77, caracteriza la misma situación de la siguiente forma. “Al conocerse interiormente, lo más probable es que la persona encuentre algún tipo de disociación o conflicto. Una división entre una parte suya autoritaria, poderosa, crítica, que le demanda cambiar, y otra, menos poderosa, que se justifica, evade, y se excusa. Es como si estuviera dividido en un padre y un hijo. Nos damos cuenta al mismo tiempo que esta disociación sucede en nuestra propia cabeza. Sea que mantengamos un diálogo interno con otra persona o con la sociedad, ocurre en nuestro propio mundo de fantasía. Cuando el otro habla en este diálogo, no es la sociedad o una persona real, sino nuestra imagen de ellas. Lo que sea que ocurra en nuestros diálogos de fantasía sucede entre diferentes partes de nosotros mismos.
Cuando descubrimos que tenemos dentro de nosotros las dos partes del conflicto, vemos que sólo nos hemos dado cuenta y nos hemos identificado con uno de los lados. A medida que reconocemos ambos lados, éstos se clarifican y podemos identificarnos con ambos, lo que nos lleva a ser más equilibrados y centrados. Podemos así actuar más a partir de este centro equilibrado que a partir de uno de los lados. A medida que su comprensión de ambas partes crece, la interacción entre ellas cambiará gradualmente desde la lucha y el evitarse hacia un mayor contacto y comunicación. Cuando las dos partes comienzan a escucharse la una a la otra, el conflicto decrecerá, y podrá llegar a solucionarse”.
Otra forma de presentar esta estructura la tomamos de la obra “El camino de la autoasistencia sicológica”, pg. 11, del gestaltista argentino Norberto Levy.
“Existe también otra calidad de sufrimiento: el producido por la guerra del antagonismo. Esta guerra puede manifestarse entre naciones, entre sectores sociales, entre mujeres, entre hombres, entre hombre y mujer, o entre los aspectos interiores que constituyen cada individualidad. Un inmenso porcentaje del sufrimiento sicológico humano pertenece a este último tipo. Es la calidad de padecimiento que se puede curar. (…) De las varias expresiones del antagonismo, nos centraremos en aquel que se produce dentro de la propia individualidad. Cuando este se disuelve, los otros, los del mundo externo, prolongan, inexorablemente, el mismo destino”.
“Si nos disponemos a explorar qué es sufrir, si cada uno de nosotros indaga “qué me pasa a mí cuando sufro”, veremos que ese estado está constituido por una trama, una arquitectura íntima que es siempre la misma. Esa trama es: algo que es de cierta manera, una sensación de desacuerdo con eso que es así, un conjunto de acciones para transformarlo, y la ineficacia de ese propósito. El sufrimiento, en última instancia, está hecho de un desacuerdo impotente. Si no hay desacuerdo, no hay sufrimiento sicológico”.
​
El Mapa del Análisis Transaccional o Conciliatorio
Constituido el campo de la psicología humanista, a partir las más de las veces de sicoanalistas buscando nuevas explicaciones, pero también a partir de filósofos existencialistas orientados al estudio del siquismo, y perssonas que accedían a trabajos de las escuelas espirituales tradicionales, van surgiendo distintas formulaciones o líneas terapéuticas. Un caso es la ya citada Gestalt. Otro que adquiere gran difusión es el Análisis Transaccional, desarrollado por Eric Berne. En su obra ¿Qué dice Ud. después de decir Hola?, en pgs. 26 a la 36, Berne desarrolla el siguiente MM.
“Todos los seres humanos manifiestan tres tipos de estados del ego:
1º El derivado de figuras paternales, corrientemente llamado el Padre. En este estado, él siente, piensa, actúa, habla y responde igual que lo hacía su padre o su madre cuando él era pequeño.
(…) 2º Al estado del ego en el cual él aprecia objetivamente lo que le rodea, y calcula sus posibilidades y probabilidades. (…) Actúa como una computadora. Le llamamos el Adulto.
3º Toda persona lleva dentro un niño o una niña que siente, piensa, actúa, habla y responde igual como lo hacían él o ella cuando eran niños de una cierta edad, en general entre los 2 y los 5 años. Este estado del ego se llama Niño.
El diagrama 1A y 1B, que contiene estos estados del ego representa el diagrama completo de la personalidad de un ser humano.
De esta estructura básica se pueden obtener subdivisiones. Así tenemos: 1C, y 1D.
La separación entre un patrón de sentimiento y conducta, y otro al diagnosticar estados del ego, se llama análisis estructural.
De lo anterior se deduce que cuando se enfrentan dos personas, hay seis estados del ego implicados, tres en cada persona. Fig. 2A y 2B. Como los estados del ego son tan diferentes unos de otros como lo son las personas reales, es importante saber qué estado está activo en cada persona cuando sucede algo entre ellas.
El análisis conciliatorio es una teoría de la personalidad y de la acción social, y un método clínico de sicoterapia, basado en el análisis de todas las conciliaciones posibles entre dos o más personas, sobre la base de unos estados del ego específicamente definidos. (..) Intenta dar un modelo para todas las formas posibles de conducta social humana…y hasta el momento no se ha encontrado ningún ejemplo de intercambios entre los seres humanos que no pudiera encajarse en el modelo”.
​
El Mapa del Neosicoanálisis
Hubo seguidores de Freud que sin salirse de la matriz del sicoanálisis, realizaron una revisión que es en la práctica una transformación de varios de sus postulados, al punto de parsar a ser conocidos como neosicoanalistas. Entre ellos destacan Karen Horney y Erich Fromm.
La primera, en su obra “Nuestros Conflictos Interiores, una teoría constructiva de la neurosis” señala que “toda neurosis, cualquiera que sea el cuadro sintomático, es una neurosis del carácter. Por lo tanto nuestros esfuerzos, en la práctica y en la teoría, tienen que ir dirigidos a una mejor comprensión de la estructura del carácter neurótico”.
“Freud fue el primero en señalar que la naturaleza de las fuerzas motrices en la neurosis eran mecanismos compulsivos, de naturaleza instintiva, destinados a la satisfacción e intolerantes con la frustración. Creía que no se limitaban a la neurosis per se, sino que operaban en todos los seres humanos. (…) Los conceptos a los cuales (yo) llegué acerca de este aspecto fueron: los mecanismos compulsivos son específicamente neuróticos; nacen de sentimientos de aislamiento, impotencia, miedo y hostilidad, y representan modos de enfrentarse con el mundo a pesar de dichos sentimientos; tienden primordialmente no a la satisfacción sino a la seguridad. Su carácter compulsivo se debe a la ansiedad que hay detrás de ellos”. (pgs. 12, 13)
“Llamé a los mecanismos compulsivos tendencias neuróticas. Había llegado a reconocer que la estructura del carácter neurótico era de máxima significación. La consideraba como una especie de macrocosmos, formado por muchos microcosmos que ejercían una acción recíproca entre sí. En el núcleo de cada microcosmos había una tendencia neurótica. Esta teoría de la neurosis tenía una aplicación práctica.
Si el sicoanálisis no suponía primordialmente la relación de nuestras dificultades actuales con nuestras experiencias pasadas, sino que dependía de nuestra comprensión de la acción recíproca de las fuerzas en nuestra personalidad actual, entonces el conocimiento y el cambio de uno mismo con pequeña o ninguna ayuda técnica era enteramente posible. Se podía hacer autoanálisis”.
“En los años siguientes el foco de mi interés pasó al papel de los conflictos en la neurosis. (..) Freud se dio cuenta del significado de los conflictos interiores, sin embargo los vio como una batalla entre las fuerzas reprimidas y represoras. Los conflictos que yo comenzaba a ver eran de clase diferente. Operaban entre grupos contradictorios de tendencias neuróticas.
Mis pacientes expresaban una profunda aversión cuando los confrontaba a sus contradicciones interiores. Las reacciones de pánico en respuesta al brusco reconocimiento de un conflicto me demostraron que trabajaba con dinamita. Los pacientes tenían buena razón para evitar tales conflictos: temían su poder para despedazarlos.
Descubrí la enorme energía puesta para negar la existencia de estos conflictos, y crear una armonía artificial.
Vi cuatro tentativas principales de negación: eclipsar un componente del conflicto, dando predominio a su contrario; realizar un movimiento de alejamiento o desapego de la gente; creación de una imagen de sí mismo idealizada; y la exteriorización del conflicto o desplazamiento de éste como si ocurriera entre la persona y el mundo exterior. (…) De este modo se formó la teoría de una neurosis, cuyo centro dinámico es un conflicto básico entre las actitudes de “movimiento hacia”, “movimiento contra” y “movimiento de alejamiento” de la gente. Por causa de este miedo de verse desgarrado por una parte, y la necesidad de funcionar como una unidad por la otra, el neurótico hace desesperadas tentativas de solución. Mientras puede triunfar de esta manera, creando una especie de equilibrio artificial, engendra constantemente nuevos conflictos. Cada intento de lograr esta unidad artificial hace al neurótico más hostil, temeroso, apartado de sí y de los demás, con la resultante de que las dificultades causantes de los conflictos se hacen más agudas, y su resolución real cada vez más inaccesible.
Llamo a esta teoría constructiva, porque permite resolver la impotencia neurótica, no sólo una temperación de los conflictos sino su resolución real, facilitando el camino hacia una integración verdadera de la personalidad. Dichos conflictos pueden ser resueltos variando las condiciones del interior de la personalidad que los ha ocasionado. Todo trabajo analítico bien realizado cambia dichas condiciones, contribuyendo a que la persona se sienta menos impotente, menos temerosa, menos hostil y menos separada de sí y de los demás.
Freud declaró que el hombre estaba condenado al sufrimiento y la destrucción, porque los instintos que lo mueven sólo pueden ser dominados o a lo sumo sublimados. Mi creencia es que el hombre tiene la capacidad y el deseo de desarrollar sus potencialidades, y que dicha capacidad se deteriora si sus relaciones con el prójimo y por tanto consigo mismo se perturban. Yo creo que el hombre puede cambiar y seguir cambiando mientras viva. Y esta creencia se ha fortalecido con una comprensión más profunda”.
​
Los mapas transpersonales
Las escuelas de la psicología humanista aparecen en general después de la segunda guerra mundial bajo la influencia del existencialismo filosófico. Más adelante, y con especial énfasis en los años sesenta, la sicología humanista reciben influencias de las antiguas tradiciones espirituales, a través de sus múltiples representantes que viajaron a difundirlas en el mundo occidental. Con ello surge la cuarta corriente sicológica denominada transpersonal, donde el concepto es que el siquismo humano es más amplio y más profundo que la personalidad, que es el espacio en el que actúan las corrientes anteriores. Esta corriente introduce también la noción de que en el ser humano existe la posibilidad de adquirir estados superiores de conciencia que no los actualiza la persona encapsulada en su personalidad. Este planteamiento sobre otros estados de conciencia hace de puente con lo que postulan las tradiciones espirituales.
La existencia de lo transpersonal plantea en síntesis la posibilidad para el ser humano de situarse por fuera de su personalidad, la que sería un dispositivo automático del ser humano producido por un aprendizaje repetitivo, de imitación de modelos y de memorización. En este sentido, y yendo al tema central de este libro, genera la posibilidad de salirnos del automatismo repetitivo y nos permite situarnos en un presente no condicionado, y generar la posibilidad desde allí de una acción o manifestación nueva, otorgándonos así un nivel superior de posibilidad creativa.
Las dos grandes técnicas para acceder al espacio transpersonal son la atención o conciencia y la meditación.
Claudio Naranjo, chileno, y uno de los principales exponentes mundiales de la sicología transpersonal afirma que “el acto de toma de conciencia es transpersonal”, y agrega, “pienso que un cambio de énfasis desde los contenidos mentales al percatarse (la atención o toma de conciencia) mismo, bien puede ser la característica más significativa de las terapias transpersonales de hoy en día”.
La sicología transpersonal es aún en mayor medida que la sicología humanista, un viaje que hay que realizar experiencialmente para comprenderlo y para que surta efecto. Como mapa, nos presenta un dibujo del siquismo como ocupado por un espacio que es la personalidad –una suma de hábitos de pensamiento, emociones y motricidad o conducta; otro espacio síquico que es nuestro cuerpo, pensamiento y sentimiento no condicionado, y al que no tenemos acceso en nuestro estado actual; una función síquica que es la conciencia o atención –de las que se puede tener una idea si imaginamos a alguien que nos dice “a ver, préstenme su atención”, y en nosotros ocurre como si focalizáramos algo nuestro en esa dirección; y en ese momento, esa persona se nos hace visible, existente. Esta facultad de la atención se puede dirigir tanto al mundo exterior como al mundo interior: a nuestras sensaciones físicas, a nuestra respiración, al latido del corazón etc. Y con estos elementos la posibilidad de una práctica o entrenamiento, que consiste –en una de sus variantes- en colocar esta atención en la sensación física del cuerpo, con ello se busca simultáneamente silenciar la mente, y en la combinación de ambos logros, pasamos desde estar instalados en nuestro siquismo automático o personalidad, a estar instalados en nuestro siquismo no condicionado al que se suele llamar esencia. Este entrenamiento a través de la meditación nos permite acceder al espacio no condicionado de nuestro siquismo en situaciones de la vida cotidiana, y actuar desde allí no condicionadamente. Esto permite el acto más puro a nuestro alcance de creatividad. Por cierto que para aceptar esto hay que aceptar que somos seres condicionados, lo que no muchos están dispuestos a hacer.
​
Epílogo: La creatividad y las utopías
Si se ha hablado de la muerte de las utopías y del fin de la historia, es porque hay un miedo a las utopías y a la historia, a causa de los episodios traumáticos del siglo que recién concluyó. Las utopías desataron las pasiones humanas, y las pasiones humanas se volcaron en torbellinos de destrucción y autodestrucción.
La utopía es el lugar que no existe, en el sentido de que no hay ningún lugar donde se haya podido materializar lo que una mente humana concibió. En su propia concepción está la trampa, porque esa noción de utopía corresponde a la época racionalista donde se cree que la mente humana –con prescindencia de la realidad subjetiva de los seres concretos- puede construir una idea de lo deseable -una construcción puramente teórica- y llevar a la gente a luchar por ella, conquistar el poder para realizarla, y descubrir que no se es capaz de realizarla. ¿Y ello por qué? Porque el ser humano tal cual lo conocemos, no se comporta de acuerdo a sus ideas. Esto lo puede reconocer cualquiera cuando se propone sus metas de año nuevo.
Ahora bien, el pensamiento de vanguardia ha recuperado la noción de la subjetividad del conocimiento, esto es, que todo conocer está encarnado en el individuo que conoce, en su mirada y en su volición. Esto no significa dejar de pensar en futuros deseables, pero obliga desde el principio a que la idea de lo deseable deba ser de inmediato encarnada. En definitiva, hace que la propuesta de lo deseable se ponga a prueba en la pequeña escala en que todo lo nuevo puede nacer –en la semilla- y que de allí en adelante crezca por efecto de demostración. Por ello es que este período es de experiencias a nivel micro y no en la acumulación de fuerzas en espera a encarnarla “de una” a nivel macro. No es entonces que lo macro sea intransformable. Sólo que la transformación de lo macro sólo puede provenir desde la semilla realizada y de su crecimiento como efecto de demostración de su potencia real. En lo que se perdió la confianza es en luchar por un modelo teórico macro que no se pone a prueba en la práctica. Hoy la transformación se debe producir a través de lo experiencial, y no de lo teórico. En definitiva, cuando surge una utopía, es decir, una forma de vivir deseada que no se encuentra como experiencia real ocurriendo en ningún lugar, lo que cabe es realizarla a pequeña escala.
Aquí la utopía se conecta con la creatividad. Se abre el campo para crear modos deseables de convivir a pequeña escala, y experimentarlos. Esto se conecta con lo que ha llamado un libro de la Universidad Bolivariana Las Utopías de la diversidad, lo deseable vuelve a ser posible; aunque en vez utopías de la diversidad lo formularía aquí como diversidad de utopías, para explorar a través de ellas cuáles deseos son posibles, es decir, cuándo el deseo de la mente es también deseo del corazón y realización de la conducta.
Una de las constataciones más aceptadas últimamente, es que el límite al mejoramiento de las condiciones sociales está en los límites de la calidad de ser del ser humano. Entonces, la experimentación de proyectos utópicos a pequeña escala pone de inmediato en contraste la idea con la calidad de ser del ser humano concreto.
Ahora bien, para que esta exploración de semillas de utopías sea posible, es necesario que la cultura del orden macro, la cultura hegemónica -que ya no es amenazada en forma global por un orden teórico que se le contrapone- tenga la tolerancia para aceptar en su interior la exploración de proyectos utópicos a pequeña escala, como laboratorios para la vida buena, que podrán crecer en la medida de su propia eficacia empíricamente demostrada. De no hacerlo, el lograr que lo haga se convierte en una lucha política.
Pero creo que esta convivencia entre un orden macro estable, y gérmenes de experiencias de transformación con espacio para probarse y crecer, puede proveer el equilibrio entre lo que se conserva y lo que se cambia, y generar un flujo que no constituya amenaza de destrucción ni para los que sustentan el orden, ni para los que propician el cambio.
El que esto pueda darse es claramente utópico, pero a su vez bastante creativo, ¿verdad?